Los trastornos psicológicos aumentan tras el confinamiento

Debido a la nueva situación a la que nos tenemos que enfrentar desde hace unos meses y sus cambios en nuestra forma de vida, se está produciendo un aumento o prevalencia de una serie de problemas psicológicos en la población. El cambio en nuestras vidas es muy grande y por lo tanto el proceso de adaptación se ha hecho difícil para todos y, especialmente, para aquellas personas más vulnerables ante este tipo de cambios.

Los problemas psicológicos que se están generando a raíz de esta situación están muy relacionados con la ansiedad, así podremos ver el aumento de la misma en contextos sanitarios con problemas como la hipocondría o las fobias específicas asociadas; también en otros contextos como la calle, con problemas como la fobia social, la agorafobia o los trastornos obsesivos asociados a la limpieza entre otros…

A continuación os explicamos de una manera más detallada en qué consisten estos problemas y cómo interactúan con la situación de pandemia que estamos viviendo actualmente.

Estrés post-traumático

El personal sanitario se encuentra en primera línea de batalla contra el covid-19. Durante este proceso tienen que lidiar con la muerte, la enfermedad, la presión y la sobrecarga de trabajo a la que se están viendo expuestos. La situación es crítica para muchos de ellos y se alarga en el tiempo, lo que puede provocar niveles muy altos de estrés y ansiedad. Cuando toda esta carga emocional y física baje, las consecuencias empiezan a aparecer y pueden desembocar en trastornos de estrés post-traumáticos.

En cuanto a los pacientes y familiares, las condiciones hospitalarias, la incertidumbre ante la enfermedad así como sus estragos y la ansiedad asociada a esta situación serán las que puedan llevarles a desarrollar también un problema de estrés post-traumático.

Este trastorno aparecería a medio-largo plazo ya que en el momento de crisis nuestro cuerpo responde con su máxima energía y el organismo se va agotando paulatinamente hasta que notamos sus efectos, tiempo después.

Fobia social

Desde el gobierno nos llegan muchos mensajes sobre el distanciamiento social y el peligro que acarrea no cumplir dichas especificaciones. En este caso, parte de ese miedo puede considerarse normal y adaptativo ya que responde a un contexto real en el que tener contacto físico con los demás nos pone en un riesgo ahora mismo. De hecho, este miedo en cantidades controladas hace que respetemos más las normas establecidas y así tengamos menos probabilidad de contagio. Ahora bien, este miedo también puede magnificarse, sobre todo, en personas que les cueste más regular sus emociones y acabar convirtiéndose en una fobia social o fobia al contacto físico.

Agorafobia

Una perspectiva parecida a la que hemos comentado con la fobia social es la de, la agorafobia. La agorafobia es el miedo a los lugares donde haya una falta de control o una dificultad para escapar o pedir ayuda en caso de ataque de pánico. Este miedo se produce por una anticipación de una situación que no tiene por qué llegar a producirse en la realidad generando conductas de escape y evitación en las personas que lo padecen.

Asociada a este contexto, la agorafobia está aumentando en las personas que relacionan directamente estar en la calle con estar expuesto al contagio creyendo que la posibilidad de que eso pase es mucho más alta de lo que en realidad es, si se toman las medidas de prevención adecuadas.

Por lo tanto, acaban desarrollando una aversión muy grande a estar fuera de sus casas con la ansiedad y el malestar que eso conlleva en el día a día.

Hipocondría

La hipocondría entra dentro de los trastornos de ansiedad y hace referencia al miedo desproporcionado a sufrir alguna enfermedad que pueda ocasionar graves consecuencias para la vida de la persona sin pruebas o hechos que lo justifiquen.

Sabiendo esto está claro como esta nueva situación puede afectar a las personas que ya sufran ansiedad debido a estas creencias que, en esta situación, aumentan la percepción de peligrosidad del covid-19 así como la percepción del contagio del mismo. Normalmente acompañado de pensamientos negativos como la anticipación negativa o las rumiaciones que en conjunto crean un estado de ansiedad muy significativo.

Trastorno obsesivo-compulsivo: Limpieza/Contaminación

Las medidas de seguridad asociadas a la nueva situación hacen que las personas que sean más susceptibles a tener obsesiones puedan llegar a desarrollar rituales de limpieza altamente limitantes en su día a día que, ya sea desde cero o aumentando los rituales ya existentes, a su vez los va poniendo en un nivel de alerta constante excesivamente alto y que provoca mucho malestar, así como limitaciones muy significativas para poder llevar una rutina de vida plena.

Depresión

La nueva normalidad lleva consigo implícita una pérdida de reforzadores (que son las cosas que nos gustan y motivan) que puede contribuir en personas ya vulnerables a este tipo de pérdidas a desarrollar una depresión. Por ejemplo, si la felicidad de una persona reside más en cosas que están asociadas al exterior y al contacto con los demás, será más fácil que sufra por esa pérdida de reforzadores y que, a largo plazo, y si no se reemplaza con otras cosas que nos motiven o nos gusten pueda llevar a sentirnos apáticos y desmotivados con nuestra vida, dejar de cuidarnos y, a la larga, poder desarrollar una depresión.

Adicciones

Por último, como hemos mencionado antes, las consecuencias de todos estos trastornos provocan en muchos casos una respuesta de escape o evitación asociada a estas situaciones y pensamientos lo que a su vez puede desembocar en una búsqueda de inhibición más alta de lo habitual que, junto con el tiempo libre, un nivel alto de impulsividad junto y/u otros trastornos, podría desembocar en un consumo excesivo tanto de alcohol como de otras drogas.

Así, vemos que esta situación provocará una oleada a gran escala de déficits en nuestra salud mental que, ya sean en mayor o menor medida, se podrán paliar con el tiempo y ayuda. Recordemos que nuestra capacidad de adaptación, aunque limitada, es muy eficaz a largo plazo. En los casos en los que haya personas a las que el malestar alcance unos niveles significativos y reiterados, y a la vez sienta una falta de control ante estas circunstancias, la ayuda psicológica será la mejor opción para poder sobrellevar y mejorar en estos aspectos para esta y futuras situaciones problemáticas. ¿Cómo? Trabajando en un aprendizaje de nuevas herramientas y habilidades, que sean empíricas y fiables, para enfrentarse de una manera eficaz y autónoma a las distintas situaciones difíciles que nos pueda poner la vida por delante.